En muchas ocasiones confundimos el origen con la consecuencia de los problemas.
Ya sea en el ambito profesional o personal.
Buscar «culpables» externos implica justificar nuestras acciones a sabiendas de que no hemos hecho todo lo posible para lograr nuestros objetivos.
Es por eso por lo que es importante, a la hora de plantear un problema, preguntarse
¿Has hecho todo lo posible para evitar o solucionar el problema?
¿En qué medida influyen mis acciones para la solución?
¿Mis acciones incrementan el problema?
Responder con claridad, sinceridad y sin ambigüedades nos ayudará a reconocer en que medida somos origen y nos pondrá en el camino para la solución.
A partir de este momento, seremos capaces de establecer un plan de acción.