Eran casi las 8 de la mañana del miércoles pasado y mientras me tomaba un café antes de ponerme en marcha escuchaba en la radio, en directo, el discurso de Obama tras conocerse los resultados de las elecciones de E.E.U.U. ante un público exultante por la victoria conseguida.
He de admitir que Obama tiene un don y es que al escucharlo es capaz de hacerte sentir que estás asistiendo a un momento histórico. Esas primeras palabras de un líder carismático dejaron momentos absolutamente estelares que a mi me impresionaron, (debe ser que no estoy acostumbrado a oír a líderes carismáticos, extinguidos hace tiempo por estas latitudes).
En uno de los momentos Obama hizo mención al OPTIMISMO, como uno de los elementos que la población estadounidense debe perseguir y ha diferenciado entre el optimismo ciego y el optimismo basado en la acción.
Proviene del latín “optimus” que significa “lo mejor o más bueno”, superlativo de “bonus” bueno.
De las dos acepciones que recoge el Diccionario de la Real Academia Española, la primera “Propensión a ver y juzgar las cosas en su aspecto más favorable” es la que más se acerca a la definición que más me interesa resaltar, pero como dice Obama, tras esa propensión debe existir un trasfondo.
Precisamente, hace poco trataba el tema del optimismo como la primera piedra a la hora de levantar el edificio de la búsqueda activa de empleo, (aunque se puede extrapolar a cualquier otro aspecto de la vida). Tal y como afirma el próximo presidente de Estados Unidos, no podemos basarnos en un optimismo iluso y vacío de contenidos, sino que el optimismo es la consecuencia del trabajo realizado, del esfuerzo y del rendimiento realizado previamente.
Para explicarlo, lo ejemplificaba recordando esos exámenes de la época estudiantil. Quien estudia y se prepara el examen a conciencia tiene motivos para ser optimista a la hora de superarlo y obtener una buena nota, mientras que si no ha existido una preparación y un trabajo previo es inútil ser optimista.
¿Y QUÉ PASA CON LOS QUE HABIENDO CREADO LAS CONDICIONES IDÓNEAS SIGUEN SIENDO PESIMISTAS?
Según Martin Seligman, ante una situación adversa se genera una reacción con la que tratamos de explicarla y nos formamos una creencia sobre esa situación que determinará nuestra actuación posterior. Un pesimista reacciona de forma negativa, mientras que un optimista lo hace de forma positiva. Esa creencia, se transforma en una consecuencia, en el primer caso negando la posibilidad de conseguir superar el reto y no haciendo nada, mientras que en el segundo busca la manera de superar el obstáculo.
El equipo que no es favorito en una final puede jugar predeterminado pensando que seguro va a perder, por lo que no dará el 100% de sus posibilidades y perderá antes de empezar el partido. En cambio, si confía en sus opciones hasta el final activará todos sus recursos para conseguir los objetivos más enormes.
Es necesario trabajar en esas creencias que surgen al enfrentarnos a las adversidades para convertirlas en positivas y generen el convencimiento de superación.
¿Sabes todo lo que te puede aportar un optimismo RESPONSABLE?
Totalmente de acuerdo contigo, Diego. Todo esto me ha hecho pensar en la «Profecía autocumplida», el estar convencidos de algo, en un sentido o en otro, hace que nuestras acciones nos lleven precisamente en esa dirección. A mí esto me da a veces un poco de miedo, sobre todo cuando escucho a alguien decir «eres un inútil», «serás un fracasado»… pues efectivamente, las personas se acaban convenciendo de que así será, se abandonan, y finalmente, «Profecía Autocumplida».
Afortunadamente para los estadounidenses, la profecía de Obama, «Yes, we can», fue como una marea de optimismo y buenas expectativas que movió a todo el mundo y consiguió salir elegido. Ahora, con ese carisma que efectivamente tiene, dice que «Lo mejor está por llegar», y si la energía fluye nuevamente… pues posiblemente se haga realidad. Aprendamos de ello.
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Hablas de miedo y me has recordado una escena de la película Coach Carter. Frente a ese tipo de palabras que menosprecian debemos responder como sucede en la escena.
«Nuestro mayor miedo no es que no encajemos, nuestro mayor miedo es que tenemos una fuerza desmesurada.
Es nuestra luz y no nuestra oscuridad lo que más nos asusta.
Empequeñecerse no ayuda al mundo…»
Muchas gracias por tu aportación.
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Me parece adecuado hacer la distinción de optimismos, y no restar importancia al esfuerzo, al trabajo, al talento, a las ideas, a la esperanza….
Del video, me llama la atención la idea de que si te das permiso para brillar, también das permiso a los demás para mostrar su luz. Pienso que tiene mucha razón, las falsas modestias, decir que todo está mal y va a ir a peor, puede que tenga su base en las finanzas (de las que yo no soy ninguna experta), pero ¿qué hay de los nuevos emprendedores? ¿las nuevas oportunidades de mercado? ¿las ideas brillantes? tenemos también que estimular al que cree tenerlas y no guardarnos ahora ninguna idea que pueda ser de utilidad. Eso me recuerda el último video que he visto basado en el optimismo y en los logros de las empresas y los talentos de España. https://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=XUFMxmIoFRc&goback=.gde_2351730_member_183333996
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Hola Mª Carmen, comparto contigo eso de que es tiempo para sacar las mejores ideas que tengamos. Hasta ahora bastaba con afirmar que teníamos talento, pero ahora ha llegado la hora de pasar a la acción y demostrar de qué somos capaces. Estoy harto de los críticos de «salón» que instalados en sus cómodos sillones lanzan sus opiniones frustrando cualquier iniciativa.
Rodamos una película en la que somos los protagonistas. ACCIÓN!
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