En muchas ocasiones, las pequeñas cosas nos proporcionan la oportunidad de reflexionar sobre otras cosas más generales. Ayer, tras llegar de viaje, dejamos las maletas en la entrada y mi esposa y yo en la cocina de nuestra casa nos disponíamos a elaborar algo que mitigase el hambre de las tres de la tarde que pasa diariamente, inexorable como un tren expreso por la estación Estomacal.
Es cierto, no puedo afirmar que soy un Arguiñano de la cocina, ni que me manejo como pez en el agua entre fogones, pero si hay que ajustarse a la verdad mi imagen en una cocina tampoco sería la de un pato fuera del agua. Podríamos decir que practico la cocina de supervivencia de forma aceptable. Pues bien, ayer el simple hecho de abrir un paquete de fideos se convirtió en toda una odisea y todo por una serie de malas decisiones que fui tomando que empeoraban la situación ante la atónita mirada de mi santa esposa. Como podeis imaginar, los fideos acabaron en el suelo. Esa situación me recordó un excelente video que conocí en una conferencia. Es un fragmento de una película de Charles Chaplin y que tiene mucho que ver con las decisiones que tomamos y las consecuencias que ello genera.
Toma de decisiones: Es un proceso donde se identifican, valoran y se seleccionan las mejores acciones, sobre las alternativas evaluadas, para solucionar los problemas o dificultadores presentadas o para el aprovechamiento de las oportunidades.
TOMA DE DECISIONES, DIFERENCIA ENTRE PROBLEMAS Y OPORTUNIDADES
La detección de problemas suele suceder de manera intuitiva y mucho más rápida que la detección de oportunidades, esta es una herencia de nuestro pasado primate, cuando las decisiones para resolver problemas, en la mayoría de, ocasiones estaban relacionadas con la propia supervivencia individual o del grupo. En cambio, la detección de oportunidades que mejoran la calidad de vida se produce a través de un proceso más reflexivo en el que se evalúan más variables que dan como resultado el convencimiento de la necesidad de cambio y posterior puesta en práctica.
Algunas de las recomendaciones para tomar una decisión de forma correcta, aunque suenen obvias son:
- Actuar sin precipitación.
- Marcarse un tiempo determinado para tomar una decisión.
- Obtener la mayor cantidad de información posible sobre el problema que queremos resolver.
- Una vez tengamos toda la información tomar actuar sin perder tiempo, ya que no nos sirve de nada tener la información y no actuar.
- Generar diferentes alternativas entre las que elegir.
- Tener en cuenta que la solución no siempre debe aplicarse a todo el problema, sino que en ocasiones la solución pasa por actuar sobre algún aspecto específico que afecta al conjunto.
Los pasos para una correcta toma de decisiones son:
- Detectar el problema. No desde una visión simplista causa-efecto, sino buscando el origen que lo provoca para poder analizar las causas que genera y en qué medida nos afecta.
- Debemos tener claro qué queremos, en que sentido queremos que se produzca el cambio, cuál es la situación deseada
- Determinar cuáles son las alternativas que tenemos y las consecuencias de las mismas ya que somos responsables de nuestros actos.
- De entre todas las opciones y tras haber evaluado las diferentes opciones, debemos seleccionar la opción que más se ajuste a nuestra idea de cambio.
- Establecer un plan de acción para la consecución del objetivo marcado.
- Seguimiento y control del proceso.
Buen post. A veces, la peor decisión es no tomar decisiones.
Precisamente ahora llego de tener una sesión de coaching con una joven de 25 años que acaba de quedarse en el paro. El miedo y la angustia pasa muchas veces por no ser capaz de ver el abanico de opciones que se abren a tu paso cuando parece que todo va mal, por sentirnos presos de la situación y víctimas de otros a los que les he dado el poder de decidir por mi. Si me tengo que equivocar, que sea por mis propias decisiones, y si no son las acertadas, seguro que los que bien me quieren seguirán queriendome de todas formas porque… ¿a que la «santa» de tu mujer, como tú la llamas, sigue queriendote igual a pesar de los fideos? ja,ja. El miedo a equivocarnos es, a veces, más grande que las consecuencias de la propia decisión en sí. Una buena herramienta, como nos comenta Diego, nos permite tomar decisiones «con red», y ganar confianza en nosotros mismos para asumir los riesgos.
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Muchas gracias Mª Carmen por tu comentario, siempre inteligente. Es verdad que el miedo nos atenaza y nos limita. El otro día comentaba con un amigo ¿qué sucedería si no tuviésemos miedo? llegamos a la conclusión que es un medio natural de control o de autoprotección que en ocasiones, (más de las deseadas) se convierte en una madre hiperprotectora.
Y por otro lado, reivindico nuestro derecho a equivocarnos como medio de aprendizaje. Nos imponen la prefección de forma errónea. La experiencia es el mejor profesor que podemos tener, tal y como dice Roger Shank.
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