Ayer viernes fue un día lluvioso, me atrevería a decir que inundante, que propició que por la tarde leyese algo de los antecendentes en la normativa de la Orientación Laboral, y reflexionando con un té calentito en la mano sobre las tareas que a la orientación se le suponen, (o le supongo yo), me quedó, entre otras, la idea del binomio que se propone entre lo general y lo particular. Me explico, por un lado, se propone una normativa general, orientativa, a través de Estrategias y Directivas desde Europa y por otro lado están los intereses particulares de todos y cada uno de los usuarios que pasan por los servicios de orientación. En muchas ocasiones, la percepción del usuario es que no coinciden.
Desde el ámbito de la formación para desempleados, que es el sector en el que me muevo, he de decir que, bajo mi percepción, existe un % alto de usuarios de las políticas activas de empleo con baja formación, en su mayoría provenientes del sector de la construcción que no encajan, ni en las Directivas europeas que se proponen, ni en la demanda laboral, al ser mano de obra sin cualificación sintiéndose en muchos casos sin futuro laboral.
Creo en la importancia de la labor de los procesos de orientación, por muchos motivos, pero fundamentalmente por que tratan con PERSONAS que buscan ayuda. Muchas veces, a los profesionales que trabajan en esos procesos les toca enfrentarse a todo tipo de situaciones, que en ocasiones poco tienen tienen que ver lo que se refleja en las normativas frías e impersonales de las administraciones.
Comparto la necesidad de la búsqueda de uno o varios modelos productivos alternativos. Apuesto, como se propone en la Estrategia Europea 2020 por el fomento de la empleabilidad a través de las Tics, la formación continua, la inversión en I+D+I, protección del Medioambiente y la integración social y territorial, dentro de una economía de desarrolo sostenible.
Lo que queda claro es las estrategias deben abarcar muchos ámbitos, sociales, económicos, psicológicos…
Un día más, ha salido el sol.